domingo, 13 de febrero de 2011

La crisis de deuda pública

Estimados lectores, hasta ahora hemos estado tratando temas de interés común, puesto que nos afectan a todos por igual, sigamos en esta dinámica y hablemos de un tema que hoy por hoy está a la orden del día, "La crisis de deuda pública". Como de costumbre, voy a comenzar por definir el concepto: por deuda pública entendemos el conjunto de dudas que mantiene un Estado frente a los particulares u otro país. Constituye una forma de obtener recursos financieros por el Estado o cualquier poder público materializada normalmente mediante emisiones de títulos de valores, que pueden ser de tres tipos: Letras del Tesoro, Bonos del Estado y Obligaciones del Estado. Es además un instrumento que usan los Estados para resolver el problema de la falta puntual de dinero, por ejemplo cuando se necesita un mínimo de tesorería (dinero en caja) para afrontar los pagos más inmediatos; o también, cuando se necesita financiar operaciones a medio y largo plazo, fundamentalmente inversiones. 
De manera más exacta o literal, la deuda pública se define como un instrumento financiero de naturaleza pasiva para el ente público emisor (País, Provincia, Estado, Departamento, Distrito o Municipio) que busca en los mercados nacionales o extranjeros captar fondos bajo la promesa de futuro pago y renta fijada por una tasa en los tiempos estipulados por el bono. 
Para financiar sus actividades, el sector público puede utilizar tres medios:
- Impuestos y otros recursos ordinarios (precios públicos, transferencias recibidas, tasas, etc.)
- Creación de dinero, mediante un proceso de expansión monetaria.
- Emisión de deuda pública.
Pero además de esto, el Estado puede utilizar la deuda como instrumento de política económica y en este caso debe utilizar la política de deuda que considera en cada momento más apropiada a los fines que persigue.
La importancia de este tema es muy grande, y reside principalmente en que la deuda pública puede afectar de una manera más o menos directa, a variables económicas de las que depende básicamente el funcionamiento real de la economía, como son la oferta monetaria, el tipo de interés, el ahorro y sus formas de canalización, ya sea nacional o extranjero, e internamunicipal, etc.
La deuda pública como bien he dicho antes es un tema que está en boca de todos, y cuya repercusión, obviamente, es mundial, así que me gustaría hacer referencia a la situación de Europa frente a esta crisis de deuda pública, en primer lugar, y despúes siendo un poco más concretos, a la situación de España.
Europa y la crisis de deuda pública
Hasta antes del inicio de la crisis financiera global, los principales países del mundo como aquellos en vías de desarrollo manifestaban cierto atraso en la deuda pública. Sin embargo, una vez que el sector de las hipotecas en los Estados Unidos detonó, las consecuencias fueron nefastas, y una de las principales estrategias de los Gobiernos, como las empresas, fue recurrir al gasto público.
Por ello y por varios motivos más, una gran cantidad de naciones alrededor del mundo han incrementado a niveles muy altos la deuda pública de su economía. Ese es el caso de Grecia y España, que lideran el índice de los países con mayor deuda estatal.
De acuerdo a los registros, los gobiernos de los países de Europa registran al día de hoy una deuda de 156 mil millones de dólares, con los griegos y los españoles como los más afectados y endeudados. A esta realidad se suma la advertencia de varios economistas que aseguran que el Reino Unido es en realidad una de las principales economías con mayor deuda pública.
Lo cierto es que, finalmente, la gravedad de la situación es notoria pese a que muchos creen que la recesión podría llegar a su fin.
El Gobierno prevé que la deuda pública alcance un techo del 74,3% del PIB el 2012, según la actualización del programa de estabilidad enviado a la Comisión Europea. El Ejecutivo espera que a partir de 2013 el nivel de deuda empiece a reducirse, con lo que, según estas estimaciones, se quedaría muy por debajo del nivel de buena parte de los países desarrollados, y muy por debajo del de países como Grecia, Portugal o Italia.
A ese nivel de deuda se llegará con una progresiva reducción del déficit público hasta el nivel del 3% exigido por Bruselas para 2013. Tras el récord del 11,4% del año pasado, el déficit previsto es del 9,8% del PIB para este año, del 7,5% para 2011 y del 5,3% en 2012.
La presión fiscal tocó un mínimo del 30,4% en 2009 por el desplome de la recaudación, y se irá recuperando hasta llegar al 34,2% del PIB en 2013.
El Gobierno también prevé que el crecimiento económico se acelere con fuerza a partir de 2011, lo que permitirá ir reduciendo progresivamente el nivel de desempleo. Las previsiones de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, apuntan a que el paro tocará techo este año en el 19% de media anual, para pasar al 18,4% en 2011, al 17% en 2012 y el 15,5 en 2013, un nivel que todavía es casi el doble del que había antes de que empezase la crisis. 
Con el objetivo de apaciguar las dudas sobre las finanzas públicas españolas y convencer a Bruselas de que el Estado puede volver a cumplir con el Pacto de Estabilidad, que establece un límite de déficit del 3% en 2013, el Gobierno aprobó el pasado viernes un ambicioso plan de austeridad para reducir el gasto en 50.000 millones durante los próximos cuatro años. Además, el Ejecutivo hizo coincidir este anuncio con la propuesta de reforma de las pensiones, que eleva la edad de jubilación a 67 años para reforzar su imagen de que va a cumplir con el mandato de la UE. En plan de austeridad suma al recorte de gasto de 8.000 millones que ya preveía en sus cuentas de 2010, otros 5.000 millones de los que los ministerios no podrán disponer pese a estar presupuestados. Y el Gobierno asume buena parte de la responsabilidad del ajuste. con medidas de disminución del gasto en personal, funcionamiento, inversiones y transferencias que deberían elevar el ahorro hasta los 40.000 millones. El resto, correspondería a comunidades y ayuntamientos.


España y la crisis de deuda pública
La situación de España, actualmente, no parece demasiado mala, porque estamos entre los países menos endeudados, buena parte de nuestra deuda está en manos nacionales y no dedicamos demasiado dinero a pagar intereses de deuda pública. A pesar de esa situación, más o menos holgada, mirad la que se montó en diciembre en cuanto los bancos alemanes y franceses dejaron de comprar deuda española. Está claro que hoy ningún país sobrevive si pierde la confianza de los inversores foráneos. Mirando los datos, nuestra situación tiene poco que ver con la de Grecia. Sin embargo, la situación económica española es bastante mala y, si queremos seguir entre las principales economías del mundo, tendremos que hacer reformas importantes, soportar unos años de bajo crecimiento, por lo que nuestra situación relativa probablemente empeorará en los próximos años. Aún así, en los otros países no creo que mejore demasiado.
La deuda pública se ha convertido en el principal problema aparente de economías como la española o la griega. Tras diferentes procesos especulativos sobre este mercado financiero, la capacidad de los Estados para financiarse en el exterior se ha visto mermada considerablemente, y con un panorama como el actual tanto a España como a Grecia les resultaría carísimo "pedir prestado" de nuevo a través de la emisión de títulos de deuda pública. Y como esa financiación ya no es posible, rebajar el déficit solo puede lograrse con mecanismos nacionales: incrementando los ingresos (normalmente vía impuestos) y reduciendo los gastos (desde la congelación salarial de los funcionarios hasta las privatizaciones). Esa es la idea general que subyace a cualquier plan de ajuste (neoliberal) estructural. Ya lo padeció América Latina en los años ochenta, ya lo está sufriendo Grecia en Europa y con una probabilidad altísima también lo sufrirá más pronto que tarde España. Sin embargo, hay muchas formas de enfrentar esta situación de crisis que nada tienen que ver con las clásicas políticas neoliberales.
El mercado de deuda pública es fundamental para que un Estado pueda desarrollar su actividad económica, pero hoy en día no está operando completamente en el sentido que se espera técnicamente de él. 
Hoy es también un mercado financiero que se utiliza como escenario para la especulación más brutal, bien en los mercados secundarios bien en mercados paralelos como los del CD's. En el juego de compra-venta de títulos de deuda pública se dan cita particulares que buscan una forma de inversión financiera cómoda y segura, pero también podemos encontrar fondos de inversión colectiva, y muchas entidades financieras. Los intereses de estos inversores no tienen por qué ser en absoluto coincidentes con los del país que emite la deuda, y de ellos hemos obtenido enseñanzas muy recientes con el caso griego.
Por esa misma razón han surgido voces, como la del economista Eric Toussaint (ATTAC-Francia), que sugieren medidas encaminadas a reducir el montante total de la deuda pública a través de, precisamente, la renuncia a pagar partes de la misma. Una de esas medidas es el inicio de una auditoría de la deuda que buscara aquello que podría denominarse "deuda ilegítima", la cual se suspendería (no se pagaría). Es una medida ya aplicada en Ecuador, que encontró ilegítima el 30% de su deuda. Es evidente que el proceso es, como ocurrió en Ecuador, absolutamente discrecional.
No obstante, estaría basado en criterios de defensa de la democracia y la soberanía nacional. Es una forma de discriminar entre inversores, pudiendo pagar aquella deuda legítima (la de los ciudadanos corrientes, por ejemplo) y renunciar a pagar el resto (la de los especuladores, por ejemplo). Hay que recordar que en estos años han ocurrido casos como el de la especulación en deuda pública por parte de los bancos: con los préstamos del Gobierno (destinados a fomentar la circulación de dinero entre bancos y familias y empresas) los bancos compraban títulos de deuda pública para hacer un lucrativo negocio (el Estado les prestaba barato y ellos prestaban al Estado más caro). A través de la medida anterior sería perfectamente posible renunciar a pagar esos títulos, reduciendo de esa forma la deuda total. Toussant comenta que como ocurrió en Ecuador dicha medida empujaría a la baja los precios de los títulos en los mercados secundarios, oportunidad que podría aprovechar también el Estado para comprarlos a precio más bajo y conseguir de esa forma reducciones importantes.
Otra medida sería la aplicación de impuestos sobre los títulos de deuda pública, de tal forma que con los ingresos obtenidos se pudiera pagar la deuda.
Y finalmente una tercera, según Eric Toussaint, sería la implantación de un alto impuesto a las grandes fortunas que permitiera reembolsar la deuda pública en su totalidad. Que fueran ellas, y no el pueblo en su conjunto, quien financiara el endeudamiento público.
Cualquiera de las tres medidas anteriores tiene como objetivo reducir la carga total de la deuda pública, pero pueden complementarse con medidas de incremento en los ingresos (vía impuestos progresivos; y no regresivos como el IVA), persecución radical del fraude fiscal (incrementando así la recaudación), y el descenso en el gasto público aumentando la eficiencia (de las administraciones públicas: cargos de confianza de ayuntamientos, las dietas concedidas a funcionarios, etc.) y no mediante la privatización o la congelación salarial.
Es decir, existen salidas progresistas y constructivas a la ya llamada crisis de la deuda pública. Solo es cuestión de tener la voluntad suficiente para llevarlas a cabo.
Fuentes:


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